domingo, 18 de mayo de 2025

Wallace y Gromit: La gran excursión






Título original: A Grand Day Out with Wallace and Gromit
Año: 1989
Duración: 24 min.
País: Reino Unido
Dirección: Nick Park
Guion: Nick Park
Música: Julian Nott
Reparto:



Wallace, un inventor británico algo excéntrico, y su fiel perro Gromit descubren que se han quedado sin queso justo antes de unas vacaciones.


Como buenos amantes del queso, deciden construir un cohete casero para viajar a la Luna, convencidos de que está hecha de queso. Una vez allí, se encuentran con una peculiar máquina expendedora con vida propia que sueña con ir de vacaciones.




BAFTA 1990 al Mejor Cortometraje de Animación
Premio de la Asociación de Críticos de Los Ángeles 1996 a la Mejor Animación





Hay películas que te sacan una sonrisa sin apenas decir nada, que logran atraparte con una sencillez que desarma y la gran excursión, ese cortometraje encantador que Nick Park tardó más de seis años en completar, es una de esas pequeñas joyas que, si te cruzas con ella, estoy convencida que ya no se te olvida.
La historia es tan absurda como deliciosa: Wallace, un inventor con aire despistado decide junto a su inseparable perro Gromit construir un cohete para ir a la Luna… porque se han quedado sin queso en casa. Y claro... "todo el mundo sabe que la Luna es de queso". Con esa premisa empieza un viaje lleno de humor británico, ternura y una creatividad desbordante.
En apenas media hora, Nick Park consigue construir un mundo propio, con humor, con ritmo y con una imaginación que no necesita nada más que unos dedos hábiles y mucha paciencia, porque si... todo está hecho con plastilina.
Lo mejor del corto sin duda es su frescura y lo peor, si hay que decir algo, es que sigue siendo una pequeña desconocida para el gran público. Una obra que debería tener más reconocimiento, sobre todo por lo que supuso: sentó las bases de lo que hoy entendemos por animación en stop-motion.
La gran excursión no es solo un corto adorable, es un homenaje a la imaginación y al trabajo hecho con mimo, la muestra de que no hace falta mucho para contar una historia: solo plastilina, una buena idea… y una enorme dosis de ilusión.






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