Título original: Führer und Verführer
Año: 2024
Duración: 135 min.
País: Alemania
Dirección: Joachim Lang
Guion: Joachim Lang
Música: Michael Klaukien
Fotografía: Klaus Fuxjäger
Reparto:
Robert Stadlober, Fritz Karl, Franziska Weisz, Katia Fellin...
La historia retrata los siete años que Joseph Goebbels (Robert Stadlober) pasa como ministro de Propaganda de la Alemania nazi, desde 1938 hasta su muerte en mayo de 1945.
A lo largo del film, vemos cómo Goebbels crea el aparato propagandístico del régimen, utilizando no solo discursos y prensa, sino también películas antisemitas como Jud Süß y Der ewige Jude para moldear la opinión pública y preparar a Alemania para la guerra y el Holocausto.
A medida que la contienda avanza y Alemania comienza a perder, la estrategia propagandística se radicaliza. Goebbels sigue la orden de Hitler (Fritz Karl), planeando actos cada vez más extremistas, como la Noche de los Cristales Rotos, para mantener el control social hasta el último instante.
Tenía curiosidad por ver El ministro de propaganda para comprobar cómo se puede retratar a uno de los cerebros detrás del régimen nazi y termino de verla con sensaciones encontradas. La película se adentra en los años de Joseph Goebbels como ministro de propaganda, mostrándolo tanto en su faceta política como su faceta como manipulador cultural.
Lo mejor de la película, sin duda es la investigación histórica, impecable en su reconstrucción detallada y uso de imágenes y audios de archivo, que refuerzan el peso real de aquello que se narra y el montaje, equilibrando ficciones con reportajes reales, que logra transmitir el horror sin caer en el espectáculo.
También me ha gustado el enfoque del director, que evita demonizar caricaturescamente, intentando mostrar a los nazis como “personas de carne y hueso” y alertando del peligro de la propaganda que estamos viviendo hoy en día, por increíble que parezca, por parte de la derecha mundial.
Lo peor para mí ha sido la profundidad psicológica, insuficiente para comprender la complejidad de Goebbels, que no llega a traspasar la pantalla y se siente más sombra que figura fascinante y aterradora, además del ritmo, que me ha resultado monótono en algunos momentos y la actuación de Stadlober, aunque técnicamente es correcta, no llega a transmitir la intensidad brutal que uno espera del personaje que interpreta.
El film presenta muestras crudas del horror (la vida real supera la ficción), pero se queda a medio camino: ni logra una inmersión emocional profunda, ni agiliza su narrativa lo suficiente para hacernos estremecer haciéndonos de transmitir la advertencia seria sobre el poder de los medios y la manipulación colectiva.
Resumiendo diría que es una película históricamente rigurosa y necesaria pero que carece del dramatismo y la fuerza emocional para convertirse en una película inolvidable.
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