domingo, 25 de octubre de 2015

El último lobo







Título original: Wolf totem

Año: 2015
Duración: 121 min.
País: China
Dirección: Jean-Jacques Annaud
Guion: John Collee, Lu Wei y Jean-Jacques Annaud
Música: James Horner
Fotografía: Jean-Marie Dreujou
Reparto: 
Feng Shaofeng, Shawn Dou, Ankhnyam Ragchaa, Yin Zhusheng, Basen Zhabu, Baoyingexige...





Película que nos cuenta la historia de Chen Zhen (Feng Shaofeng), un joven estudiante de Pekín que es enviado a Mongolia en 1967 durante la Revolución Cultural China para enseñar a los pastores nómadas.


Fascinado por la vida en la estepa y el equilibrio entre los humanos y la naturaleza, Chen queda especialmente cautivado por los lobos, animales venerados por los mongoles pero considerados una amenaza por el gobierno chino.

Cuando las autoridades ordenan exterminar a los lobos para proteger el ganado, Chen decide capturar un cachorro de lobo y criarlo en secreto.


A medida que crece el vínculo entre el hombre y el animal, Chen descubre las profundas enseñanzas sobre la supervivencia y el respeto por la naturaleza que el pueblo mongol ha preservado durante siglos.






Jean-Jacques Annaud nos ofrece una película visualmente impecable que desde su inicio se apoya en una fotografía deslumbrante para sumergirnos en los vastos paisajes de Mongolia. La tomas de la estepa combinadas con la grandiosidad de la naturaleza son un deleite para la vista y es imposible no quedarse maravillada ante la fuerza visual que acompaña cada secuencia. Sin embargo, pese a esta belleza escénica, la historia tarda en arrancar y los primeros 30 minutos carecen de la intensidad emocional que una espera de una historia tan cruda.
La película, no obstante, compensa con creces esta lentitud inicial, ya que una vez pasada la barrera de esa primera media hora, la historia cobra fuerza y te arrastra en una montaña rusa de emociones, con momentos de una gran dureza que no permiten apartar la vista de la pantalla. Es en esta segunda mitad donde Annaud nos entrega los momentos más impactantes, en los que la brutalidad de la naturaleza y la intervención humana chocan de manera feroz.
El mensaje ecológico es claro... el hombre, con su arrogancia y su creencia de ser el amo del mundo, se revela como el mayor depredador y sus consecuencias nos invita a cuestionar nuestra relación con la naturaleza y el precio de nuestra codicia. Nos creemos con el poder de hacer y deshacer a nuestro antojo todo lo que deseemos, sin pararnos a pensar en las consecuencias y pese a lo que vemos y padecemos, volvemos una y otra vez a tropezar con la misma piedra.
Uno de los puntos más fuertes de la película es, sin duda, su banda sonora, que no solo acompaña cada escena sino que le da una dimensión emocional que en muchos casos, es más poderosa que los diálogos.







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