Año: 2024
Duración: 106 min.
País: España
Dirección: Carlos Marques-Marcet
Guion: Carlos Marques-Marcet, Clara Roquet y Coral Cruz
Música: Maria Arnal
Fotografía: Gabriel Sandru
Reparto:
Ángela Molina, Alfredo Castro, Mònica Almirall, Patrícia Bargalló, Alván Prado, Manuela Biedermann...
Polvo serán es una película que nos presenta a Claudia (Ángela Molina), una exactriz diagnosticada con una enfermedad terminal, quien decide viajar a Suiza para poner fin a su vida mediante suicidio asistido.
Su esposo, Flavio (Alfredo Castro), con quien ha compartido más de cuarenta años, la acompaña en este viaje sin retorno.
Mientras tanto, su hija Violeta (Mònica Almirall) se convierte en una mediadora involuntaria entre sus padres y todo lo que dejan atrás, al tiempo que busca su propio lugar en esta situación.
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Premio Gaudí 2025 a la Mejor música original
Premio Gaudí 2025 a la Mejor Dirección Artística
Premio Feroz 2025 al Mejor tráiler
Premio Feroz Arrebato de Ficción 2025
Tengo que reconocer que me ha costado decidirme a verla, porque si, lo reconozco, hablar de la muerte me cuesta mucho... muchísimo más bien, pero finalmente cerré ese pensamiento que a veces me paraliza para adentrarme es esta hermosa e inmensa película en la que Carlos Marques-Marcet construye esta historia con una cercanía tan íntima que parece que estemos sentados en el sofá, viendo cómo los personajes respiran, se miran, callan o se abrazan.
La música y la danza son el hilo invisible que une lo que no se puede decir con palabras. María Arnal pone voz y emoción con una banda sonora preciosa y las coreografías de La Veronal se convierten en un lenguaje propio, en esos momentos en los que los sentimientos no encuentran frases, aunque a veces, lo admito, esos números musicales me sacaron un poco de la narración, como si hubiera hecho un viaje fugaz fuera de la historia, pero es imposible no reconocer su belleza y la fuerza artística que tienen.
La película se apoya en un puñado de personajes, todos ellos familia y es frente a esa familia donde salen todas las reacciones posibles, desde el silencio, la incredulidad, rabia, miedo, ahogo, a esa “falta de aire” de la que hablan los personajes, que no es solo física, es también esa opresión en la garganta cuando intentas hablar de la muerte y las palabras se te atragantan.
En esos momentos, el lenguaje corporal dice más que cualquier diálogo a través de un beso, un abrazo que dura un segundo más de lo normal, una melodía que te mueve y remueve. Estamos ante un musical que actúa como un martillo que rompe el hielo ante un tema tabú.
Pero si algo convierte Polvo serán en una experiencia que se te queda clavada es el trabajo de sus actores. Alfredo Castro está impecable y maravilloso, y Ángela Molina lo ilumina todo con esa mirada de una profundidad inmensa que te atrapa y que hace imposible no sumergirse y caer rendida ante ella. No entiendo cómo no se han llevado los dos, todos los premios posibles, porque lo que hacen aquí es de una honestidad y una belleza conmovedoras.
Polvo serán no es una película fácil ni para todos los momentos, pero es de las que te obligan a pensar y sobre todo, a sentir.
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