Título original: Beetlejuice
Año: 1988
Duración: 93 min.
País: Estados Unidos
Fotografía: Thomas E. Ackerman
Reparto:
Después de morir en un accidente de coche, un joven matrimonio —Adam (Alec Baldwin) y Barbara Maitland (Geena Davis)— descubre que se ha quedado atrapado como fantasmas en su antigua casa. Cuando una familia extravagante de vivos se muda a su hogar, los Maitland, desesperados por echarlos, recurren a los servicios de Bitelchús (Michael Keaton), un espíritu caótico y tramposo especializado en “exorcizar vivos”.
Pero lo que parecía una solución se convierte en un problema mayor: Bitelchús es impredecible, escandaloso y peligroso. Mientras tanto, Lydia (Winona Ryder), la hija adolescente de la nueva familia, es la única que puede ver a los fantasmas y se convierte en el inesperado nexo entre ambos mundos.
Oscar 1989 al Mejor Maquillaje y Peluquería
National Society of Film Critics 1988 al Mejor Actor para Michael Keaton
Premio Saturn 1988 a la Mejor Película de Terror
Premio Saturn 1988 a la Mejor Actriz de Reparto para Sylvia Sidney
Premio Saturn 1988 al Mejor Maquillaje
No sé qué tiene Bitelchús que da igual las veces que la vea porque siempre me va a atrapar como si fuese la primera vez. Es una pequeña joya del cine fantástico, una fantasía que tiene ese toque juguetón, irreverente y un poco loco que solo un joven Tim Burton podía lograr en aquel entonces.
Lo que más me fascina es la mezcla perfecta entre humor negro, creatividad desbordante y personajes imposibles. La historia es absurda y genial: una pareja que muere y queda atrapada en su casa como fantasmas, una familia excéntrica que se muda, una hija adolescente gótica y perdida, y por supuesto, él… Bitelchús. Un ser desagradable, caótico, descarado y al mismo tiempo increíblemente magnético. Es verdad que aparece menos de lo que una espera, pero cada vez que lo hace roba el plano y se queda con la película. Michael Keaton está absolutamente apabullante, exagerado y divertidísimo, realizando un personaje, tan grotesco como irresistible.
A nivel visual es puro Burton: escenarios estrafalarios, efectos especiales que hoy parecerían cutres pero que tienen un encanto único, una especie de artesanía que hace que todo parezca salido de un sueño (o una pesadilla) y la música de Danny Elfman es otro de los grandes aciertos. Desde la primera nota ya sabes que estás entrando en otro mundo. El número musical del calipso en la cena es simplemente inolvidable y es imposible no sonreír con esa escena.
Winona Ryder, en uno de sus primeros papeles importantes, está perfecta como esa adolescente oscura que no encaja en el mundo de los vivos... ni en el de los muertos.
Lo mejor sin duda es Michael Keaton en un papel desatado, impredecible y brillante, y la imaginación sin frenos de Burton, que convierte lo macabro en una fiesta visual y lo peor diría que es que echo de menos más presencia del personaje de Bitelchús.
Una comedia de ultratumba tan loca como entrañable, con un Michael Keaton irrepetible y una estética que solo Burton podía imaginar.